Del
liberalismo al socialismo:
John Stuart Mill fue uno de los padres del
liberalismo filosófico y uno de los defensores del utilitarismo: una teoría sobre la moral y la ética que sostenía que
las acciones humanas debían aspirar a lograr la mayor suma de felicidad sobre el mayor número de gente. Al
considerar que el fin último del ser humano era ser feliz, Mill pensó que todo
aquello que fuese útil para lograr la
felicidad de las mayorías, también habría de ser bueno en sí mismo. No
resultaría extraño, por tanto, que con el paso de los años Mill, ferviente
defensor de la libertad (todo aquello que sofoca la individualidad, sea cual
sea el nombre que se le dé, es despotismo) simpatizara con las promesas de felicidad colectiva que
propugnaba el socialismo.
Su acercamiento a las ideas socialistas no fue una contradicción ideológica,
sino fruto, precisamente, de una maduración
ideológica. Stuart Mill se anticipó a su época y supo ver las bondades del
socialismo, pero sin renegar por ello del imperativo deber de preservar las
libertades individuales.
Las democracias modernas, hoy, intentan superar la sempiterna dualidad
liberalismo vs socialismo, dando lugar a nuevos posicionamientos ideológicos: el
socioliberalismo (mínima intervención
estatal) y la socialdemocracia
(máxima intervención posible del Estado). Ambas ideologías, como vemos, creen
necesario que las sociedades libres y democráticas cumplan con dos preceptos
incuestionables: garantizar la libertad individual y promover la justicia y el
bien común. Las diferencias vendrán marcadas por el énfasis que se ponga en la
defensa de uno u otro de estos preceptos.
Superación
raciovital del liberalismo y el socialismo.
Sin embargo, en mi parecer, sería Ortega y Gasset
quien definiese más acertadamente el concepto de felicidad: La felicidad es la coincidencia del yo con las circunstancias.
El filósofo español consideró la felicidad no como
un fin último (utilitarismo) sino como un estado de coincidencia entre la idiosincrasia de cada individuo con sus
circunstancias vitales.
Según Ortega, todo individuo tiene el imperativo vital de llegar a ser él mismo, a través, precisamente, de ejercer
libremente su derecho a elegir y tomar
decisiones. Del imperativo vital de llegar a ser uno mismo surge el conflicto ante las
circunstancias cuando éstas son adversas, es decir, cuando las circunstancias
no permiten que el individuo pueda elegir o tomar decisiones libremente.
Si un individuo es acomodaticio y tiene un concepto utilitarista o estoico de la
felicidad, considerará que la felicidad solo es posible a través del bienestar
generalizado de la mayoría. Preferirá, en consecuencia, delegar parte de su libertad para elegir y tomar decisiones
en un Estado proteccionista (socialista).
Si el individuo es ambicioso y considera que la felicidad pasa exclusivamente por
satisfacer sus propios deseos egocéntricos, entonces preferirá un Estado
minimizado para poder ser libre de lograr sus máximas aspiraciones.
Dicen que los extremos son las dos caras de una
misma moneda, y en esa obcecación tan “racional” del ser humano por hallar el justo término medio se obvía la
necesidad de buscar, sin miedo ni esperanza, la verdad radical que es la vida.
Al olvidar qué
es vivir, tanto el socioliberalismo como la socialdemocracia se empeñan en
emular a Aldous Huxley, es decir, se empecinan en defender sus respectivas
propuestas sobre lo que debería ser Un
Mundo Feliz. Por supuesto, y como punto de partida, el mundo perfecto debe
permanecer en paz, al menos en una relativa paz aparente que proporcione a los seres humanos un contexto adecuado
para poder ser felices.
Y una vez minimizado el impacto de las guerras, o alejadas éstas de las grandes
civilizaciones en pugna, los ciudadanos serán creados, no en probetas de laboratorio como en el mundo ideal de
Huxley, sino en granjas-escuela que, de igual modo, uniformarán y adoctrinarán
al ganado humano para que éste desee
vivir en contra de los principios de la vida; para que renieguen del esfuerzo y
del sacrificio; para que las pequeñas crías humanas rehuyan del deber de
exigirse y mejorarse a sí mismas; para que el ganado humano, bien cebado con
pienso adoctrinador, se muestre sumiso y, en consecuencia, delegue en un Estado
todopoderoso su responsabilidad de ser, negándose a elegir y tomar decisiones. Negándose a ser libre.
Conclusiones:
La felicidad, hoy, se entiende como la ausencia
total de preocupaciones y de ansiedades; se entiende como un fin en sí mismo
que debe conseguirse a través de la renuncia a penosos trabajos y esfuerzos de
superación; se entiende, en definitiva, como un fin que solo cabe lograrse a
través de la renuncia voluntaria (condicionamiento social mediante) del
ejercicio de la libertad individual.
El individuo no asume sus responsabilidades para
tomar decisiones. No, al menos, cuando estas suponen la asunción de riesgos. Se
trata de evitar el fracaso y de tener garantizado un bienestar suficiente, ya sea a través del soma correspondiente (deportes, espectáculos, virtualidad…) o de
políticas de subsidio. En este último aspecto, resulta significativa la
propuesta de Santiago Niño Becerra, que augura la implantación futura de una renta mínima asegurada para todos los
ciudadanos.
Un falso humanismo, mal entendido, ha convertido a
los seres humanos en animales de lujo
(Peter Sloterdijk) El humanismo que tanto ensalzara la dignidad de los seres
humanos, ha acabado, paradójicamente, despojando al hombre de su propia
esencia, privándole de su bien más preciado: libertad para
poder ser.
Así, hemos olvidado que la vida es un drama; un constante quehacer y un constante elegir y tomar decisiones para superar circunstancias
adversas, con esfuerzo y trabajo. Hemos olvidado que para poder llegar a ser
nosotros mismos, primero tenemos que reivindicarnos libres, pero con todas las consecuencias que ello implica.
Gran reflexión. Comparto lo leído y en mi inmensa presunción me permitiré sintetizar lo escrito en una frase: "El ser humano ha de ser para poder hacer". Josep Andreu
ResponderEliminarPues sí Josep, somos en tanto hacemos; en tanto elegimos y tomamos decisiones para superar circunstancias adversas. Un saludo y gracias por comentar.
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